En los últimos años ha crecido sin parar una corriente de resistencia entre los consumidores preocupados por la salud y el medio ambiente. Ante la lista de ingredientes que nadie, salvo un químico experto, está en condiciones de interpretar, los efectos secundarios sobre la salud, los abusos de la publicidad y la cultura artificiosa del glamour, las personas cada vez más formados e informados, demandan transparencia en las fórmulas de productos que deberían favorecer la salud sin afectar el entorno natural.
Las grandes empresas atentas a esta demanda, incluyen en sus productos extractos marinos y vegetales y eliminan los ingredientes de origen animal. Pero en la mayoría de los casos sólo se trata de un maquillaje publicitario de los mismos productos de siempre. Por suerte, desde la década de 1990 se viene abriendo camino la cosmética natural y ecológica. Que propone productos que no perjudican la salud, pero sobre todo un estilo de vida basado en la autoestima y la naturalidad.
Las fábricas trabajan con más de 150.000 sustancias químicas diferentes. Su producción ha pasado de un millón de toneladas en 1939 a más de 400 millones de toneladas actualmente. Una parte importante de estas se incorporan en los productos de consumo común para darles propiedades funcionales como color, aroma, consistencia o resistencia a las bacterias. También en los productos cosméticos y de higiene. Que se asocian a la comodidad de la vida moderna, pero tienen un lado oscuro. Oscuro como el petróleo…
En 1950 se creó una alianza entre la industria del petróleo, los centros universitarios de investigación (sobre todo en EEUU) y los gobiernos para producir una enorme avalancha de nuevas sustancias químicas con aplicaciones en todos los campos, desde la fabricación de plásticos que han inundado nuestras vidas, a los maquillajes y lápices de labios. La cosmética encontró su mina de materias primas baratas.
¿Qué son las sustancias químicas sintéticas? Aquellas fabricadas en los laboratorios, principalmente de derivados del petróleo. Desde moléculas que imiten las existentes en la naturaleza o totalmente inventadas. Las dos pueden ser contaminantes, bien porque alteran los procesos fisiológicos y ecosistemas o porque no se degradan fácilmente. Se utilizan como ingredientes base de los cosméticos y como aditivos.
El 90% de las sustancias químicas que hoy usa la industria son derivados del petróleo. El impacto ambiental es doble, porque no se degradan adecuadamente y por la contaminación que genera su obtención.
El 60% de las sustancias que tocan nuestra epidermis penetran en el cuerpo. Estudios recientes han mostrado que se absorben más toxinas por la piel y la inhalación que a través de los alimentos. ¿Te gustaría saber cómo es el proceso de depuración que lleva a cabo nuestro organismo de estas sustancias? Contame abajo y armo otro artículo sobre el tema.
Hoy te propongo conectarte con una cosmética diferente a la que nos han vendido toda la vida, una cosmética del autoamor, del cuidado por nuestro cuerpo y nuestro planeta, una cosmética consciente. No hace falta dejar de maquillarnos, hoy podemos crear maquillajes de buena calidad, sanos y respetuosos con nuestro cuerpo y medio ambiente.
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Autores de referencia: Claudina Navarro, Manuel Nuñez, Jordi Cebrián. Proyecto Natur.